«El museo es como un álbum de recuerdos donde ves tu vida laboral reflejada a través de los ejemplares en las vitrinas»

IMG_20180906_104621A Rafael Lozano se lo imagina uno en una convención de moteros y de bajista en un grupo de La Movida por sus trazas, su voz recia y su aspecto enjuto, aunque para los aficionados sea toda una autoridad en meteoritos. Tanto es así que el próximo mes de febrero será el encargado de enseñar a los curiosos a reconocerlos dentro de un taller incluido en la iniciativa Cultura con C de Cosmos que busca aunar ciencia y cultura. Recientemente a partir del estudio de una estalagmita de la cueva de El Soplao, que tantas alegrías está dando a la investigación, confirmaba con Carlos Rossi el cambio climático más brusco de la historia reciente del planeta y lo situaba hace 13000 años. Si bien para los que han visitado su despacho es el acumulador de tesoros inesperados por las calles, que pasó de coleccionar minerales a trabajar en el museo que los alberga. Retomamos con él ese “juego cruel» que supone poner a los investigadores del Museo Geominero en la piel de sus homólogos brasileños ante la pérdida de las colecciones por una catástrofe. Éstas son sus respuestas.

En el Museo de Río de Janeiro había algunas piezas arqueológicas muy llamativas que lamentablemente fueron pasto de las llamas. Seguramente las rocas y minerales no entrarían dentro de ese capítulo de espectacularidad a los ojos de los visitantes. ¿Cómo le contarías entonces a la gente la importancia de lo que alberga este Museo?

Claro, efectivamente, comparado con la arqueología que a fin de cuentas es el estudio de cosas vinculadas a la humanidad, las rocas, los minerales, los fósiles están un poquito más alejados, de los gustos de la gente, pero no mucho.

¡Defiende lo tuyo! (Retamos al investigador)

(Sonríe y responde a renglón seguido) Realmente el material geológico tiene muchísima importancia, tanto económica como científica; por ejemplo, las pepitas de oro son ejemplares de los que difícilmente se va a poder conseguir ninguno parecido y que consideramos francamente un tesoro. Sucede lo mismo con otros materiales como algunos meteoritos; son eventos únicos y conservamos algunos como el de Retuerta del Bullaque del que en ningún otro museo de España ni del mundo tienen ejemplares. Luego hay materiales con muchísimo valor científico, porque la ciencia va avanzando tanto en material paleontológico como mineralógico y una de las misiones del museo es conservar ese material por si en el futuro las técnicas analíticas o las metodologías cambian, de modo que todo ese material es susceptible de revisarse y de volver a investigarse.

El avance de las técnicas hará que la que en un momento histórico determinado era la pieza estrella del museo ahora se haya visto desplazada por otra…

Sí, la pieza base es siempre la misma, lo que va a cambiar es el concepto humano sobre la pieza. El museo se abrió en los años veinte, aunque parte de las colecciones son del XIX, porque son materiales que ilustraron la cartografía geológica. La verdad es que desconozco el valor que se le daba a las piezas en esa época; sé que, por ejemplo, la colección de rocas históricas de Guillermo Schulz estaba expuesta en la sala principal y luego fue relegada a cajones, de manera que sí que hubo ese tipo de cambios en la exposición.

¿Quizá para protegerla mejor?

Era otra época, en los años 20 y 30, con las guerras, casi lo más importante era conservar el material, porque realmente en esa época la gente no estudiaba estas cosas, por lo menos en España. Yo creo que debemos de estar bastante contentos de que se hayan conservado piezas de esa época, porque evidentemente hubo pérdidas como en todos los museos españoles en las etapas oscuras de la guerra y la posguerra y a pesar de eso se han conservado la gran mayoría de las colecciones.

«En las etapas oscuras de la guerra y la posguerra hubo pérdidas como en todos los museos españoles y a pesar de eso se han conservado la gran mayoría de las colecciones»

Volviendo al incendio del museo en Brasil, ¿qué sensación te produjo ver esas imágenes de las llamas, el espanto al ver cómo se quema el patrimonio de un país?

Es una sensación de terror porque piensas que puede llegar a pasar aquí, aunque no te puedes hacer idea del desastre tan grande que supone una pérdida de esas proporciones. Aquí disponemos de unos armarios ignífugos, porque el coste de una sala ignífuga sería tremendo, ya que habría que forrarla entera. En uno de ellos tenemos los holotipos y piezas de valor científico y otro que corresponde a la Biblioteca, donde guarda incunables y otros libros valiosos.

Seguramente para ti que trabajas en un museo las escenas de la catástrofe del Museo de Río de Janeiro tienen una relevancia distinta…

Sí, porque, evidentemente habrá de todo, pero la gente sí que valora las pérdidas. No obstante, nosotros que trabajamos aquí lo valoramos muchísimo más, porque nos damos cuenta y nos hacemos idea de lo que significará para esos compañeros de Brasil, podemos pensar en lo que nos pasaría a nosotros. Si, por ejemplo, tuviéramos que buscar ejemplares entre los escombros eso sería horrible. No quiero ni pensarlo.

Uno pensaría, bueno las piedras no se queman, así que realmente no pasa nada…

Sí, si se queman piedras que son muy sensibles; hay otras piedras como los meteoritos que son rocas ígneas formadas a altas temperaturas a las que realmente no les va a pasar absolutamente nada. Pero tanto unas como las otras van a deteriorarse, porque en caso de catástrofe se van a derrumbar las vitrinas, van a caer escombros de las paredes, caería el muro del techo y entonces todo eso se va a traducir en roturas. Se va a romper el material y sobre todo, se van a borrar las siglas, donde está toda la información vinculada al material, porque las siglas, ese número que lleva cada piedra corresponde a un determinado material y si el fuego lo destruye, aunque conserves el ejemplar, el desastre sería absoluto.

¿En qué términos?

Perderíamos muchísimo, perderíamos información, aunque conservaran los ejemplares.

¿Cuándo tienes conciencia de lo que había allí guardado, de lo que se ha perdido con el incendio para tu campo de estudio?

Realmente, de lo que he visto en el telediario y en internet, lo que más me ha impactado ha sido las imágenes anteriores al incendio, donde se veían dos magníficos meteoritos metálicos situados en el centro de las salas y el desastre posterior donde se ven esos dos meteoritos, porque son tan grandes que no se pueden sacar sin ayuda de grúas y maquinaria. Y ves esos dos meteoritos rodeados de la desolación, con todas las paredes y el suelo lleno de escombros por los techos caídos.

Se vio a investigadores o conservadores con capachos de plástico sacando las piedras todas juntas, amontonadas, intentando recuperar lo que podían. Poniéndote en sus zapatos, ¿habrías sido de los que habría entrado?

Claro, claro. Tendrían que entrar los conservadores, gente que conoce bien las colecciones para saber qué buscar y dónde buscar.

Es decir, si tú te enteras por la noche, escuchando la radio de que se está quemando el museo ¿vendrías aquí e intentarías llegar hasta la tercera planta jugándote la vida para recuperar alguna pieza?

Hombre, la verdad, mi heroicidad no sé adónde llegaría, pero bueno, si hubiera alguna oportunidad desde luego que lo intentaría. Y como más o menos sé dónde están las cosas que se podrían salvar podría ir señalando a los bomberos. Y si se pudiera entrar, iría a por ello.

Ahí es donde entramos en las piezas que tú recuperarías. El criterio puede ser personal, científico, museológico, incluso pueden no ser de tu campo…

Dentro del mundo los minerales lo más valioso se encuentra en la vitrina de elementos nativos, en esa vitrina donde encontramos el oro y los diamantes y entre ellos, hay una pepita de oro de más de 50 gramos española y que es un ejemplar prácticamente irrepetible.

«En la vitrina de elementos nativos hay una pepita de oro de más de 50 gramos española, un ejemplar prácticamente irrepetible»

¿No crees que los bomberos lo sacarían en cualquier caso?

Yo creo que los bomberos no tocarían nada, porque qué van a hacer, depende del grado de desastre. Si realmente arde la madera, el suelo es de madera también. No sabemos qué es lo que pasaría, pero todas las vitrinas son de madera también. Lo primero que harían es derrumbarse con los ejemplares, de manera que se destrozarían muchos de ellos. Pero ése sería el sitio. Lo que nos encontraríamos en este hipotético caso sería un amasijo de vidrios, de fragmentos, cascotes de las paredes y del techo que también es de vidrio y entre los vidrios rotos, lo que quedara de los ejemplares.

Así que habría que dedicar años para recuperar todo eso.

Por una parte, está la recuperación del material y por otra la recuperación de la información. Porque si la temperatura afectara a todos los ejemplares habrían desaparecido las referencias. Entonces eso depende de la información de que dispongamos. Parte de las colecciones están fotografiadas y digitalizada la información vinculada a la fotografía. A través de eso podríamos reconstruirlo, pero no todos los ejemplares están fotografiados, porque hay muchísimos. Eso sí que me preocupa, porque muchos de los ejemplares, de las piedras se conservarían quizás, pero sin la información. Entonces ya sería el trabajo de recuperar en los escombros, el trabajo de selección de lo que se ha roto y lo que no y por último, el trabajo de recuperar la información asignada a cada pieza.

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Intentemos centrarnos en las tres piezas que recuperarías…

Así, a nivel mineralógico general, evidentemente lo ideal sería ir a la vitrina de elementos nativos que, además, está nada más entrar en el museo, prácticamente al lado de la puerta. Aparentemente sería un sitio bueno para recuperarlos; muy cerca de este sitio, a prácticamente cuatro metros tenemos un meteorito, el de Retuerta del Bullaque que son tres fragmentos, son los holotipos, los fragmentos que se utilizaron para hacer la clasificación del meteorito.

Es irremplazable…

Sí, porque de este meteorito no hay ningún fragmento en ningún otro museo de España, ni del mundo. Como en España han caído tan poquitos meteoritos, apenas una treintena, cualquier ejemplar es extremadamente valioso y más siendo éste que lo clasificamos el personal propio del Museo Geominero. Tiene también un componente nostálgico, porque todos los trabajos derivados desde que nos dimos cuenta de que aquello era un meteorito, hasta que publicamos los resultados de la investigación y de la clasificación fueron varios años francamente emocionantes, porque fue un hecho bastante peculiar y raro.

«Desde que nos dimos cuenta de que aquello era un meteorito (el de Retuerta del Bullaque), hasta que publicamos los resultados de la investigación y de la clasificación fueron varios años francamente emocionantes»

Habrá a quien le extrañe que hables con demasiada emoción para lo que se supone que es un funcionario. ¿Seguís siendo profesionales por vocación?

Bueno nosotros somos un poco funcionarios atípicos. Por los otros funcionarios que conozco de otras partes de la Administración a nosotros o a la mayoría de nosotros nos gusta lo que hacemos y lo vivimos y vivimos historias que luego quedan reflejadas en las colecciones del museo, con lo cual para nosotros el museo muchas veces es como un álbum de recuerdos donde ves un poco tu vida laboral reflejada a través de los ejemplares en las vitrinas.

Háblame de las estoquesitas, que serían difícil de rescatar, porque habría que acceder a ellas por la escalera de caracol…

Sí, sería más complicado, porque están en la segunda planta, porque también están en vitrinas de madera y son unas piezas, unos cristales de estoquesita que es un silicato cálcico de estaño, transparentes, y es un mineral muy raro a nivel mundial. Todos estos ejemplares son muy frágiles, porque son unos cristalitos de máximo un centímetro de grandes y son muy delicados, de manera que si se quemara la vitrina y cayera la balda encima quedarían muy deteriorados. Pero bueno, habría que buscarlos, porque francamente son los mejores cristales del mundo para esta especie mineral y también tienen para mí concretamente una connotación emotiva, porque los encontré en el campo hace unos 10 años aproximadamente de manera casual y desde esos diez años tardé casi (enfatiza ese casi para que apreciemos el esfuerzo del investigador) cinco años en darme cuenta de lo que eran aquellos cristales. De hecho, yo publiqué una foto de esos cristales en mi tesis doctoral, me equivoqué y pensé que eran cuarzos. Luego un compañero, José González del Tánago, me dijo ‘esto parece raro’. Se los di, los analizó. Me dijo ‘buah, esto es rarísimo. Por supuesto no hay nada en España y en el mundo apenas se conoce’. Y otra vez de nuevo, ya no es sólo el hallazgo en el campo, sino toda la aventura científica.

Debes ser de los pocos que se atreve a refutar sus propias tesis…

Era una pequeña parte de la tesis, pero efectivamente yo no tengo ningún inconveniente en reconocer que me equivoqué. De hecho, me equivoco todos los días (bromea). El caso es que esos cristales a nivel museológico son un hito. Tenemos como unos 10 ejemplares, pues no sólo están los dos expuestos en vitrinas, sino que en los fondos hay por lo menos otros 8 o 10 muestras y el conjunto es el mejor del mundo.

Y no siendo rocas y minerales, ¿rescatarías algún fósil?

Bueno, el tema de los fósiles me queda un poco de lado. No tengo querencia especial a ningún fósil, la verdad, aunque, claro, el ámbar ardería como la tea, así que si se pudiera salvar antes algo antes de que el incendio se generalizara salvaría el ámbar, porque es muy interesante por los fósiles que tiene dentro perfectamente conservados y es un combustible fantástico.

¿Qué mejoras reclamarías para evitar que se repita la historia brasileña aquí?

En Brasil lo que parece que ha pasado es un asunto puramente económico: han dejado de dar dinero para el mantenimiento propio del museo, han dejado de pagar sueldos y han creado descontento en el personal. Claro, ese ambiente no se vive aquí; tampoco es que aquí nademos en la abundancia, ni muchísimo menos, pero tenemos unos mínimos de mantenimiento. Ante cualquier cosa que surja en el museo, por ejemplo, la ventana que con el viento sufrió desperfectos rápidamente se arregló, es decir, hay un mantenimiento yo creo que considerable y suficiente.

Tenemos varios armarios ignífugos que nos aseguran que los holotipos no se van a estropear tanto de paleontología como de mineralogía. En mineralogía son los granillos que se han utilizado para caracterizar un nuevo mineral y en paleontología, los fósiles que se han utilizado para definir esa especie animal.

Esos granillos serían difícilmente recuperables por alguien inexperto…

Nosotros tenemos en el museo el de la zaccagnaita 3R y el de la calderonita que lo describió José González del Tánago y dejó aquí el ejemplar. En el caso de los minerales y también en el de los meteoritos, cuando quieren definir un nuevo mineral o un nuevo meteorito te obligan a depositar el material tipo, es decir, de donde has sacado los análisis para definir el material en un museo con conservadores, algo que me parece una cosa bastante buena, porque lo que tratan es de preservar eso para el futuro.¿ Por qué? Porque sabemos que los humanos no somos perfectos y es posible que nos equivoquemos y haya que volver a revisar aquello, analizarlo por otras técnicas que van a dar otra información y que quizás haya que cambiar el nombre del mineral o alguna de sus características o el tipo de meteorito puede llegar a ser otro. En fin, ese material es importantísimo conservarlo, aunque, el material en sí es irrisorio, apenas se ve. Por ejemplo, en el caso de la zaccagnaita 3R que conservamos aquí en el museo son unos cristales muy pequeños, en torno a 40 micras -una micra es la milésima parte del milímetro-. Como son muy pequeñitos, para conservarlos los tenemos metidos en un capilar, donde ensartados a modo de collar no se ven ni siquiera con una lupa de mano, tenemos que mirarlo con microscopio. Pero ese material es susceptible de volver a analizarse con lo cual su importancia es muy grande.


SU CV, ¡SEA BREVE, POR FAVOR!

Entré aquí hace unos veinte años a partir de una beca técnica, primero, y luego una beca de investigación para hacer una tesis doctoral y mi vida laboral siempre ha estado vinculada al Museo. Realmente es el sitio en el que quería estar, porque siempre he sido muy aficionado a la búsqueda y al coleccionismo de minerales y rocas, con lo cual para mí es el sitio ideal, sin ninguna duda. Trabajar aquí me ha permitido conocer todo tipo de materiales rocosos desde terrestres, extraterrestres, ígneos, metamórficos, sedimentarios, minerales… muy interesantes desde varios puntos de vista. Para mí es fantástico.

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